Avistando el final de la guerra :
Pasado el mes de junio, el frente del Segre quedó muy tranquilo muy alerta mientras se estaba preparando la próxima batalla, la batalla del Ebro. Detectamos su inicio cuando estallaron los primeros combates. Los frentes abiertos en el Ebro distaban menos de cien quilómetros de Almacelles. Ahora se combatía en lugares muy cercanos y conocidos para mí y parecía que se estaba dirimiendo la batalla final de la guerra.
La ofensiva del Ebro era el último coletazo de un ejército vencido en las trincheras. El ejército de una República vencida en los parlamentos europeos. Las esperanzas de que situaciones internacionales y de la Sociedad de Naciones, vinieran a salvar la República, aunque fuera a través de un armisticio, se esfumaron.
Las naciones democráticas temían a Hitler y a Musolini, pero más temían aún a Rusia y a Stalin. Cuando, después de dos meses largos de encarnizada lucha, el Ejército Republicano derrotado fue obligado a desalojar la cabeza de puente del Ebro, la guerra estaba sentenciada.
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